Amor en tiempos fecundos



Se conocieron un día de junio del año 1928 en la redacción del periódico mexicano El machete. Alguien los presentó, ninguno de los dos recordaría después quién fue la persona. Tan grande, mutua e impactante resultó la atracción.
 Luego diría ella que quedó muda ante la presencia del joven y apuesto  revolucionario cubano. Julio Antonio Mella, por su parte, se prendó de la hermosa italiana de ojos oscuros y soñadores. Amor a primera vista, pensaron los dos. Se amaron en medio de las tareas que desarrollaban ambos en el Partido Comunista mexicano.
El joven había cogido el camino del exilio, sin cejar en su actividad revolucionaria. En México, nada más llegar, Mella se ligó a las organizaciones obreras, campesinas y al Partido. Tina, fotógrafa en la redacción del diario azteca, también militaba en sus filas. Luchadora, revolucionaria, no podía ser menos en una época de convulsiones sociales. El amor y los principios que sustentaban los unió.
Tina Modotti, amiga y modelo del pintor mexicano Diego Rivera, protagonista de la Guerra Civil Española, amiga de La Pasionaria y del poeta español Antonio Machado, vivió una existencia impetuosa.
Fotógrafa de gran maestría, oficio que obtuvo de su segundo esposo, la Modotti fue una luchadora tenaz. México le atrajo por su compleja lucha social, por el arte que apoyaba allí con toda su vehemencia.  Bautizada como Adelaida Luigia, conocía del hambre y de las luchas  obreras desde su existencia primera en un poblado cercano a Venecia. Al conocer al joven cubano aunaron voluntades y vivieron un lindo romance.
 En carta a ella fechada en Veracruz, México, el preclaro dirigente le expresó: “Mía Tinissima, te quiero, serio, tempestuosamente, como algo definitivo”. Su  respuesta fue romper su relación con un pintor mexicano para entregarse a su amor con Mella.
Sólo cinco meses duró el romance de Tina Modotti y Julio Antonio Mella. Un idilio alternado con las tareas revolucionarias de ambos luchadores comunistas. Tina, quien antes de ser fotógrafa había sido obrera textil, modista y hasta actriz de cine, fue una excelente artista, cuyas imágenes captaron momentos espléndidos del decursar histórico de su época.
Dicen que las mejores fotos de Mella fueron hechas por ella. El 10 de enero de 1922, camino de recoger a Tina, Mella cayó herido de muerte. Recostado en el regazo de su amada le dijo: “Muero por la revolución”. Días más tarde, en un acto público, Tina acusaba a los verdaderos asesinos y a quién los había enviado.
Luego, la rebelde italiana fue expulsada del país y comenzó su deambular por el mundo. Estuvo en Moscú, España y Francia, hasta que la generosidad de Lázaro Cárdenas le abrió de nuevo las puertas de México. Allí, donde vio caer asesinado a su amado Julio Antonio,  falleció ella  13 años después En su cartera llevaba una foto de su amado Julio Antonio.
 Como profetizó  el ya fallecido intelectual y revolucionario cubano Juan Marinello, Tina, “con su voluntad heroica irá ganando batallas para alcanzar la nueva tierra”.

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