Cada año, el 14 de febrero celebramos el Día del Amor y la Amistad conocido también como el Día de San Valentín. Pero… ¿por qué celebramos esta fecha? Resulta importantísimo en este día, resaltar el significado de la amistad entre compañeros de trabajo, escuela, vecinos, amigos y familiares. De igual forma entre parejas de novios, esposos, enamorados.
El matrimonio tiene prestigio social. Casarse da estabilidad a la pareja pues reafirma públicamente la voluntad firme de inaugurar un proyecto de familia compartido con quien se ama. Ahora bien, en la mentalidad cultural actual, al matrimonio le rodean importantes riesgos e incertidumbres. Es difícil fijar las expectativas, anticipar las obligaciones mutuas y los comportamientos que resultarán apropiados en el contexto social, laboral, económico y cultural actual.
Entre las causas del descenso de los matrimonios se suele citar diversos contratiempos, esta, por ejemplo, el caso de la vivienda, ya que muchas parejas preferirían vivir solas, sin embargo, en muchos casos, deben vivir en casa de alguno de los suegros, hecho este que en no pocas ocasiones suele causar ciertas contradicciones a la hora de convivir.
Por otra parte, el divorcio o las separaciones se han multiplicado en una generación y han llegado a formar parte del horizonte probable para quienes hoy se casan. Entonces, muchos piensan, para que casarme, si al final llegará el divorcio.
A muchos, sencillamente, el matrimonio les da miedo. De este temor se contagia también el noviazgo, que resulta demasiado formal para quienes prefieren la provisionalidad, el vivir en el presente sin atarse explícitamente a un proyecto de largo recorrido. En resumen; miedo al compromiso, temor a no estar a la altura de las (inciertas) obligaciones futuras. Quizá el verdadero problema sea que, como sociedad, hemos elevado demasiado las expectativas. O que hemos perdido valentía y confianza en la fuerza del amor.
Según las estadísticas sólo una de cada 10 personas quiere casarse o tener hijos, pero más del doble buscan enamorarse.
Esta es la época de empezar a hacerse, una de las cosas más recurrentes en este sentido es el anhelo de encontrar una pareja con quien compartir cada día y, sobre todo, que corresponda todos nuestros sentimientos.
Sin embargo, pese a lo que podría pensarse con respecto a lo que buscan hombres y mujeres, una encuesta hecha en Rusia reveló que son los hombres quienes tienen más deseos de encontrar el amor en 2020; mientras que el 23 % de los participantes varones dijeron estar en búsqueda de una mujer, sólo el 15% de las mujeres coincidieron en ello.
Por otra parte, el divorcio o las separaciones se han multiplicado en una generación y han llegado a formar parte del horizonte probable para quienes hoy se casan. Entonces, muchos piensan, para que casarme, si al final llegará el divorcio.
A muchos, sencillamente, el matrimonio les da miedo. De este temor se contagia también el noviazgo, que resulta demasiado formal para quienes prefieren la provisionalidad, el vivir en el presente sin atarse explícitamente a un proyecto de largo recorrido. En resumen; miedo al compromiso, temor a no estar a la altura de las (inciertas) obligaciones futuras. Quizá el verdadero problema sea que, como sociedad, hemos elevado demasiado las expectativas. O que hemos perdido valentía y confianza en la fuerza del amor.
Según las estadísticas sólo una de cada 10 personas quiere casarse o tener hijos, pero más del doble buscan enamorarse.
Esta es la época de empezar a hacerse, una de las cosas más recurrentes en este sentido es el anhelo de encontrar una pareja con quien compartir cada día y, sobre todo, que corresponda todos nuestros sentimientos.
Sin embargo, pese a lo que podría pensarse con respecto a lo que buscan hombres y mujeres, una encuesta hecha en Rusia reveló que son los hombres quienes tienen más deseos de encontrar el amor en 2020; mientras que el 23 % de los participantes varones dijeron estar en búsqueda de una mujer, sólo el 15% de las mujeres coincidieron en ello.
(Radio Rebelde)