Caminar, un logro muy difícil



La mamá de Adriana está muy preocupada, pues su niña ya tiene 13 meses y aún no camina, si bien  puede permanecer de pie, levantarse y agacharse sin tener apoyo en las barandas y realizar otras muchas acciones propias de esa edad
A esta mamá y a cualquier otra que este en igual situación, les decimos que no se apresuren ni se inquieten si el  niño o niña no comienza a caminar rápidamente. El desarrollo de la actividad motora no es igual para todos los niños, y un retraso, dentro de lo normal, no es para preocuparse, sobre todo, si el bebé se sostiene erguido, si mueve bien la cabeza y los brazos y hace pininos agarrado a la cuna.
Un bebé que a su debido tiempo comienza a gatear, aunque hay niños que no dan ese paso, sin duda aprenderá rápido y fácilmente a sentarse y acostarse, así como a levantarse y pararse con las manos sobre algún apoyo.
Enseñarlo a caminar a su debido tiempo es beneficioso para el o la infante, tanto desde el punto de vista físico, como del psíquico. A los nueve o diez meses, ya puede andar apoyándose en cualquier objeto; a los once meses ya se para por sí solo, y camina agarrado de las manos del adulto: al año, generalmente, lo hace de forma independiente.
Caminar es un logro muy difícil y hay que dejarlo que se produzca paulatina y lentamente. Demás esta insistir que no se debe forzar a que camine antes de que el demuestre deseos de “dar pasitos”. En ese periodo hay que estar atento para evitar que tenga una caída peligrosa que sí retrasaría la actividad normal.
Cuando se le suelte de la mano no debe dejarse totalmente solo, y se evitara que haya obstáculos en su camino porque el niño/niña tiene un precario sentido del equilibrio y de la orientación.
Es un buen sistema el que se usa desde siempre, arrimarlo a la pared y retrocediendo abrir los brazos de modo que si se tambalea no llegue al suelo, y si cae, una caída normal, por supuesto, no conviene dramatizar, sino levantarlo rápidamente y animarlo a continuar la prueba, siempre y cuando no se haya hecho algún rasguño o descalabro, en cuyo caso deben aplazarse las prácticas hasta que el niño o niña olvidado del accidente, muestre deseos de volver a empezar.



Por: Marilys Suárez Moreno